martes, 16 de junio de 2009

Pag. 140 $ Un ruiseñor


Lunes 08/06/2009

Sopla el viento. Nubes bajas, pixeladas de agua. Nubes altas blancas. Monte gris. Salta en medio del sendero, un gato blanco y negro. Suena el siseo de las hojas mecidas por el viento, arrulladoras. El viento noroeste ahoga trinos y cantos. Gorjean y picotean gorriones sobre la calzada. A las ocho y cuarenta y ocho, templa la vía, el sol. Llegan olores intensos de plantas, hierbas y árboles. Espirales de viento zarandean arriba y abajo las ramas, olas eólicas las empujan a derecha e izquierda. Trina fuerte un ruiseñor. Aparcan en doble fila coches con las luces de avería encendidas.

Dentro de recintos académicos, brotan de magnolios, al lado de puertas de hierro cerradas, herméticas, flores blancas gigantes. El viento noreste fluye sobre la cima blanca, nevada. Giran hidraúlicos, tubulares, caballos enjaezados con cinchas de oro, cabezales azules y sillas negras dentro de carruseles anacrónicos.

Por la tarde, los gatos pasean por el sendero y se recuestan al sol. Resaltan sobre un fondo gris luminoso, las antenas televisivas rojiblancas. Con la lluvia llega el viento sureste y los gatos reaparecen por el sendero, melindrosos los blancos, osados y rígidos, los grises y blancos.

Se oyen truenos huecos. Llueve copiosamente. Relampaguea. Atardece.

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