domingo, 21 de junio de 2009

Pag.151 $ Dolmen de hierros


Viernes 19/06/2009

Niebla. Lluvia. Sobre la vía un gato negro y otro negro naranja. Trinos. Sirimiri. Aparcados en doble fila, un taxi y un camión repartidor de gas butano. Gorjea con un silbido entrecortado, una cría de gorrión. Se rasca el cuello y levanta la cabeza, un gato siamés. Se oye el trino melódico, variado, de un ruiseñor. Sopla una brisa fresca. Blanquea el monte, la bruma. Conducen por la ciudad coches potentes de alta gama, funcionarios irrespetuosos, inconscientes, corruptos.

Se alza, no lejos de la desembocadura del estuario, un dolmen de hierros entrelazados, con cables de sujección de acero a la ribera, con barcaza rodante, rectangular, acristalada, colgante.

Por la tarde se enfría el aire. Llegan maullidos agudos de enzarzamiento felino. Cierran el cielo, nubes grises y blancas. Camina juto al muro de ladrillo rojo, sobre la calzada, un gato gris y blanco.

Atardece.

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