sábado, 6 de junio de 2009

Pag.138 $ Arco iris de primavera


Cielo azul. Arriban oleadas de nubes blancas, celulares, desde el noroeste. Asfalto húmedo. Sopla el viento. Calienta el sol. Llegan voces de tertulias vespertinas, campestres. Despiertan pájaros aletargados con trinos y gorjeos espaciados. Pasea por el medio de la calzada un gato negro naranja. Analiza el entorno un gato negro ibérico. Sobrevuela el monte en círculos un ave rapaz. Suena a pie de pista un avión, metálico, agudo, incisivo.

Se arremolinan al sureste cúmulos de nubes arbóreas de colores grises claros y blancos. Cambia el viento y se funden nubes suroestes y surestes. Suena la carretera. Se nubla el cielo. LLegan aromas de plantas y cantos de aves. Brilla el sol. En la cima del monte, formando una hilera entrecortada, pacen ovejas blancas.

Se igualan en el cielo, presiones y temperaturas e intercaladas se suceden tormentas y campos de sol. Brillan como estrellas, las gotas de agua dentro de hoquedades negras.

Por la tarde, truena inaudible el cielo. Se colorea de gris y blanco el monte. Llega el zumbido susurrante de la lluvia sobre las hojas. Nace en la central eléctrica y muere al sureste, un arco iris de primavera, resplandeciente, nítido.

Atardece.

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