Mañana fresca. El viento llega con vibraciones de postas y cartuchos procedentes de un campo de tiro de los años 60 situado arriba, en la cima del monte. Las nuevas antenas de televisión son carcasas de cohetes blanquirojas.
Sopla una brisa fría y fresca. Al sureste, un gato blanco y negro descansa acurrucado al lado del muro de piedra. Arriba, a la derecha, por encima de la urbanización, al lado de la central eléctrica, tres o cuatro árboles frondosos de hojas verdes y amarillas colorean la mañana.
Nubes oscuras ennegrecen los montes del suroeste. Al mismo tiempo, nubes blancas escalonadas blanquean las montañas del noroeste. Al lado de la pasarela, al otro lado de la carretera nueva, un gato negro se agazapa sobre una zona verde escarpada cubierta por una malla verde antidesprendimientos.
En el corral del caserío grande, con zagüan de ventanucos de madera pintadas con pintura acrílica, crece un castaño. Al lado de la puerta Sur del caserío alto, se yergue un limonero lleno de frutos. Camino arriba, un arbusto de hojas verdes aserradas florece en invierno.
Ha empezado a lloviznar. Arriba, en los huertos furtivos, ni un alma.
sábado, 31 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario