lunes, 26 de enero de 2009

Pag.8 $ La lluvia, el viento y el granizo

Amanece. Nubarrones intercalados de claros se alinean moviéndose hacia el Sur. Cielo azul en el Norte. Ha llovido durante la noche y hay varios gatos en la vía de grava. No hace ni frío, ni calor. En el extremo sur, una palmera alta señala el camposanto cercenado en su parte más baja por el trazado de la nueva carretera.

El viento arrastra ladridos y un jilguero canta en un árbol cercano. Un beep beep espaciado y estridente indica maniobras de carga y descarga en una zona próxima de almacenes.

Una señora, en el arcén de la nueva carretera, abre un paraguas creyendo que llueve. Más arriba, siguiendo el arcén, en el extremo izquierda del monte, un cementerio metálico de coches siniestrados. Ha empezado a llover. Un gato merodea por la vía de grava.

Ondas mecánicas resaltan sobre los baches llenos de lluvia. Líneas blancas discontínuas delimitan un carril para aparcar los coches. No hay espacios vacíos. Hileras de coches nuevos, coches viejos y coches seminuevos llenan los huecos al lado del muro de ladrillo rojo.

Vibra el aire y se oye un trueno. Una cortina de granizo oscurece el monte. Una luz encendida en un bajo de la urbanización cercana brilla ténuemente. El granizo llena el asfalto de puntos blancos. Se oyen algunas voces. Ayudados por la fuerza gravitatoria, los desagües verticales escalonados empiezan a bombear agua de colectores auxiliares semi horizontales.

Un gato maúlla entre el matorral.

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