miércoles, 21 de enero de 2009

Pag.3 $ La caseta

La mañana ha amanecido fría y húmeda. El empedrado está mojado por la lluvia y las nubes, de media altura, se mueven veloces hacia el sur por encima de la montaña. Una bandada de gorriones se concentraban en el árbol más frondoso, al lado de la vía abandonada, piando sin cesar. Cuatro o cinco palomas vuelan a lo largo de la vía planeando y posándose sobre el camino.

Hay un par de gatos sobre la vía, sentados, quietos. Hacia el norte se han abierto claros en el cielo, señal de que el sol saldrá hoy también. A la izquierda, cerca de un invernadero semiabandonado, cantan pájaros de difícil procedencia. Al fondo y un poquito más arriba, hay troncos apilados para hacer lumbre. Las palomas recorren la vía picoteando aquí y allá. Llovizna.

Cerca del árbol más frondoso, al otro lado del primer muro de piedra, algunos niños han construido una caseta con puertas y ventanas arrojadas a los contenedores de basura.

De vez en cuando se oyen maullidos en los matorrales cercanos. Un avión atraviesa la zona dejando ondas de choque sonoras. Un europeo atigrado bebe agua de un volumen rectangular de cemento, base de una pieza metálica que algún día sostuvo la catenaria.

Un gato anararanjado ha estado acicalándose durante unos minutos y otro del mismo color permanecía agazapado, cómodo cerca del muro de ladrillo que separa la antigua vía de tren de la carretera.

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