viernes, 23 de enero de 2009

Pag.5 $ El monte

Calor húmedo. Cielo de acero gris. En la calle, un hombre arroja una bolsa de basura a un contenedor municipal. A su izquierda, una mujer remueve objetos en el portamaletas de un coche. Es viernes.

Un gato blanco y negro de patas delanteras gruesas pasea por encima de la gravilla gruesa de la vía. Arriba en el monte, haciendo un máximo, dos antenas repetidoras de televisión hacen de cúspides metálicas.

El monte en su cima es un plano inclinado de veinte grados. Diferentes tonalidades de color verde delimitan zonas horizontales de huertos de perejil, tomates y cebollas. El frío vence al calor y una niebla de baja densidad, translúcida invade los tejados de la urbanización cercana. Edificios tricolores en un ambiente trivalente. Cada casita tiene dos chimeneas de leña.

Cerca de los muros de la vía, en el mismo árbol frondoso de días pasados, los gorriones pían alegres a pesar de la humedad y la niebla. Ha empezado a llover y multitud de ondas eólicas cargadas de infinitas gotas de agua, azotan el monte en dirección sur. Carretera arriba, resuena el motor de un camión con problemas mecánicos.

A la izquierda un viejo caserío pintado de color blanco lanza por la chimenea una nube oscura de humo. Cae la mañana, cae la tarde. Ensombrece el monte.

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