lunes, 18 de mayo de 2009

Pag. $ 118 Halcones militares

Ayer

Cielo grisáceo, blanco, cerrado al Este. Trinos, silbidos y cantos. Sonidos de cigarras. Asfalto semiseco. Nubes alargadas estratificadas al noroeste. Cielo morado al suroeste. Suena el motor de un coche de rally trepando por la carretera.

Un gato blanco y otro negro naranja asoman por la vía. Repican campanas. El sol templa el sendero. Gorjea un gorrión. Desde el noreste el moderno edificio de oficinas es un zarzal con pararrayos. Calientan motores once halcones militares sobre los tejados de la ciudad. Juega al fútbol, solitario, un jóven en un polideportivo municipal. Corretea, a tramos cortos, por un tubo posamanos, una pequeña hormiga negra.

Desde el camino entre montañas puede verse, al noroeste, una fundición abandonada con su horno alto rojo y blanco y edificios auxiliares, ennegrecidos, grises, arenosos. Se comban las cumbreras de los caseríos viejos y surgen aleros de arquitecturas lejanas, asiáticas, de épicas navales históricas.

Por la tarde, sopla el viento. Se oculta el sol. Nubes blancas, intercaladas por azules, cubren el cielo.

Atardece.

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