miércoles, 6 de mayo de 2009

Pag.107 $ Canciones suecas


Cielo azul, negro y blanco. Frescor frío. Trinos. El sol ilumina débilmente fachadas al Noroeste hasta elevarse por encima de la central e inundar de luz el Oeste. Son las ocho y veintinueve. Mira al Oeste con las orejas levantadas, un gato negro ibérico. Cruza la calzada un gato gris y blanco. Se acicala encaramado al monolito, el gatito ocicat. Canta poderoso un mirlo. Adornan la ciudad con flores blancas, fresnos, espinos, serbales y castaños.

A las diez y cuarto, con sus cabezas giradas y ocultas entre las alas, dormitan aún, los patos en el estanque municipal. Se alejan aleteando, tomando altura, por encima de árboles frondosos, dos patos grises y blancos. Dos gorriones inician un bucle de vuelos cortos entre el césped y ramas bajas de un castaño de Indias. Por la ciudad proliferan pequeñas obras subvencionadas.

Por la tarde, una bruma ligera cubre los montes Oeste. Debajo de un puente con tejado y forma de integral, un músico callejero armado con un acordeón, recuerda viejas canciones suecas.

Atardece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario