Ayer
Cielo gris y blanco. A las diez y media llueve sobre la vía, el monte, los caseríos, prados y huertos. Un gato blanco aligera el paso hacia el refugio. Sopla una brisa fresca. Pían y gorjean gorriones. Atrona el cielo. Cesa la lluvia y llegan trinos diáfanos, nítidos.
Adultos y niños con chubasqueros caminan arcén arriba. Conquista el espacio sonoro una moto de alta cilindrada. Llegan olores de hierbas aromáticas, de tierra húmeda. Suena un avíón al noroeste. Vuelven a caer gotas siseantes sobre la vía y la calzada. Se para el tiempo y la niebla envuelve la cima.
Sobre el terrario, un siamés observa dubitatitvo el canal de drenaje. Un gato gris y blanco desciende por el muro de ladrillo rojo y se oculta en los bajos de una pequeña furgoneta blanca. Arriba, cerrado por postes de granito blanco unidos con alambre, puede verse el prado que contiene la central eléctrica.
Por la tarde, las nubes oscurecen el día y la niebla corona la cima del monte. Llueve. El gato dálmata se adentra cauteloso en el zarzal. Brotan por la ciudad flores de geranios y plantas trepadoras. Anochece.
Circulan luces de cruce por calzadas oscuras, siniestras.
lunes, 25 de mayo de 2009
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