viernes, 29 de mayo de 2009

Pag.130 $ Grados saharauis


Cielo blanco y azul. Aire fresco. Trinos. Alza el vuelo una paloma sobre la calzada espantada por un coche. Dos gatos blancos y negros sentados junto al muro de piedra, restregan y frontan, cuellos y flancos con sus patitas. Luce el sol. Suena la sirena de un coche de bomberos. Se acciona el mecanismo de apertura de un automóvil. Se oye una colisión metálica de pala excavadora llena de tierra cargando un camión contenedor.

Sobrevuela por encima de jardineras, una abeja. Ordenadas, disciplinadas químicamente, llegan hasta un tarro de azúcar guardado en una alacena, tres o cuatro hormigas. Chillan vencejos por encima de la casona. Un termómetro urbano marca treinta grados saharauis, andaluces.

Por la tarde, flujos de aire caliente recorren la vía. Camina por el sendero con las orejas caídas, un gato negro naranja. Cielo azul y negro. Traquetean simultáneos al oeste, una máquina taladradora, tac..tac..toc..toc, y un convoy de mercancías tracatrá...tracatrá...tracatrá. Flota sobre el estuario, una bandada de gaviotas junto a una montaña de eslabones de hierro, oxidados, depositados en la ribera.

Luna en cuarto creciente. Treinta y cuatro grados. Atardece.

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