jueves, 21 de mayo de 2009

Pag.122 $ Huesos de plástico


Cielo gris. Niebla en la cima. Trinos y silbidos. Al noroeste contornos sombreados, al sureste el camposanto sin relieves, blanco, adornado de cipreses y palmeras. Asfalto húmedo de lluvia nocturna. Una pila de ropa abandonada de colores grises, amarillos, azules y arenosos, yace sobre la calzada embarrada junto al muro de ladrillo rojo.

Se diluye la niebla, se mustian las flores blancas. Suenan sirenas de coches de bomberos. Son las ocho y treinta y seis minutos. Se fracturan huesos de plástico bajo el tonelaje de coches sobre la calzada. Pía reincidente un gorrión. Canta un mirlo. Trinan jilgueros. Ambiente fresco, viento en calma.

Llegan bocinazos, gritos y voces de manifestación sorda. Otea desde la zapata sur un gato gris y blanco. Trepa terrario arriba otro del mismo color. A las catorce horas triangulan la vía, tres gatitos blancos.

Por la tarde, planean rasantes palomas sobre la vía. Sopla el viento.

Atardece.

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