viernes, 13 de febrero de 2009

Pag.26 $ Niebla


Una humedad relativa del cien por cien cubre el monte al amanecer. Frío gélido, óseo. Luces alargadas viajan carretera abajo. Apenas puede verse el monte por encima de las casitas de cemento y las casitas de la urbanización. Una bandada de pájaros sobrevuela el banco de niebla por encima de las nubes húmedas de vapor de agua.

La niebla es de un acero que flota ingrávido, entre el zumbido de coches carretera arriba y el griiiii.....griiiii..... de una cortadora metálica de contornos y siluetas. La mañana avanza y los cambios de luz crean sombras blancas alargadas que viajan carretera abajo.

Los gatos de la vía dormitan ajenos a la niebla y el frío. La gatita anaranjada ha salido hasta el abrevadero natural y un siamés apelotonado, sentado sobre sus patas, contempla el paisaje desde su feudo de tierra oscura. Por la tarde sale el sol y un gato juguetea con otro más pequeño derribándolo contra el suelo con una de sus patitas, a modo de juego mientras otro gato, blanco y negro avanza por la vía, estirando consecutivamente sus patas delanteras, deteniéndose durante milésimas de segundos entre cada movimiento.

Los árboles de la vía son corales negros sombríos de copas simétricas al Noreste y de cortezas marrones claras al Sureste. Las casas de la urbanización frías, tristes y mustias contrastan con un monte de cima rojiza, cálida de atardecer de invierno.

Un gorrión pía y pía en un árbol. Un perro ladra. Anochece en el monte.

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