martes, 17 de febrero de 2009
Pag.30 $ Verdecillos, laureles y erizos
Frío seco, frío gélido. Amanecer de relieves montañosos negruzcos, al Sureste. Una esfera de luz sale por el Este.... Una brisa de hielo sopla liviana, bajo la esfera blanca que brilla a unos 23º sobre la superficie del sendero de grava.
Carretera abajo, se hace visible el paravientos rojo de camión. El sol evapora la humedad y estelas blancas de rastros aéreos se agrandan, arriba, en el cielo. El sol caldea también las casitas de la urbanización con sus fachadas blanquirojas y tejados negros apizarrados. Frondosos laureles perennes y árboles coralinos caducos, despiertan al nuevo ciclo y se llenan de yemas, esporas, retoños y vástagos.
Un gato negro anaranjado pasea por la vía, inspeccionando curioso una zona del zarzal, girando sus orejas hacia delante y hacia atrás, estirando su cuello hacia arriba y moviendo la cabeza a derecha e izquierda. En otro lado de la vía, un estornino solitario se posa sobre el sendero de grava. Arriba, en el huerto, verdecillos y mosquiteros de bioritmos acelerados, buscan insectos sobre las ramas de los frutales. Encima de la meseta monteña, viven pequeños erizos de púas cortas que, de tarde en tarde y en días lluviosos y grises, pierden el rumbo y acaban en medio de la carretera hasta que algún lugareño les empuja hacia el arcén para evitar que sean atropellados.
Sobre el camino de grava, debajo de zarzales verdinegros, al lado del muro de cemento, descansa un Seal Point ensimismado, sentado sobre sus patas delanteras y traseras flexionadas, quieto.
Atmósfera brumosa al Suroeste. Despejado al Noroeste. Anochece.
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