sábado, 14 de febrero de 2009
Pag.27 $ Caserío viejo, caserío nuevo
Por la mañana, nubes blancas y grises, lentas, escalonadas se mueven hacia el Oeste.
Bajo una luz blanca polarizada e invernal, la hierba y los arbustos colorean superficies verdes amarillentas. Al Noroeste, zonas negruzcas se confunden con áreas de quema de rastrojos. Pero no, hierba verde incombustible brota de una delgada capa de humus de humedad relativa tan alta que no puede prender el fuego. La quema de rastrojos se produce en verano al borde de la carretera que sube a la cima por una de sus vertientes y también sobre una altiplanicie o meseta que sirve de prado, donde pastan ovejas y vacas suizas. En esta parte llana, arriba, hay caseríos tan viejos como el tiempo y algunos tan nuevos como los sueños de una noche de verano.
Un moto de gran cilindrada recorre la vía urbana dejando una impronta de sonido Honda CBR 600 al límite. Dos gatos blancos con colas anilladas de color marrón y blanco, caminan taciturnos por la vía de grava, al lado del muro de cemento. Gatos híbridos ibéricos se acicalan al lado del muro de ladrillo rojo.
Un gato nuevo de ciudad, asustado, se oculta, a rápidos saltos, entre los matorrales, al otro lado del muro de piedra. Allí se queda quieto durante unos minutos, medio colgado del muro, creyendo no ser visto.
Arriba, por encima del cementerio, de la escuela de magisterio y al lado de un barrio obrero, construyen o reforman, vaya usted a saber, un caserío, que respeta, dimensión, volúmen, espacio y hasta ventanucos y ventanas de la vieja casona. Caseríos orientados al Sur, de mampostería antigua y presupuestos escasos donde el roble envejecido ya no tiene cabida por su elevado precio. A los gatos de la zona les gusta ocultarse debajo de los palets de ladrillos rojos y los gatitos pequeños, en verano, juegan a trepar escalones de cemento que separan el recinto de obras de un parque cercano.
Al lado de estos caseríos, construyeron en los años sesenta, grandes depósitos de agua, hechos de cemento con techos de sección esférica.
Camino arriba, en dirección de los huertos furtivos, por encima de escuelas y cementerios, sube un hombre vestido con ropa vaquera. Atado a una cuerda para embalar paquetes, un perrito desvalido, marrón y blanco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario