viernes, 27 de marzo de 2009
Pag. 68 $ Barras de estrellas
Neblina. Nubes renderizadas, gaussianas. Grava blanca y gris clara. Cerezos en flor. Trinos. Por la vía, se mueve recio, musculoso, un gato negro naranja. Los árboles se llenan de hojas blancas, verdes agua, granates... y el prado del caserío, extensión del huerto y el invernadero, absorbe y desprende humedad de primavera.
Sale un sol competitivo, tenaz entre montañas de nubes grises oscuras. En el huerto, apilados, no muy lejos de los árboles frutales, hay restos de ramas menudas de podas antiguas con hojarasca. El caserío alto es, al Oeste, una barra agujereada de estrellas, con una puerta de madera, casi siempre cerrada, bajo un arco de piedra ocre. Un gato gris y blanco dormita al lado del muro de ladrillo rojo.
Por la tarde subespacios grises de texturas pixeladas cubren la cima del monte. Un gato gris y blanco avanza hacia el Noroeste sobre el asfalto por debajo de coches aparcados. Suena una ambulancia. Trina un jilguero.
Ayer, bajo el sol de la tarde, los gatos jugaron a ser nutrias sobre ríos de grava. Atardece.
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