lunes, 30 de marzo de 2009
Pag.71 $ Estrellas binarias
Lluvia. Frío. Cambio horario. Una casita de la urbanización amanece con las luces interiores encendidas. Un siamés camina hacia el Norte por la vía de grava. Trinos. Al Este nubes grises y blancas. Se abren claros y sale el sol, puntual, discontinuo, por encima de tejados, árboles y prados. Sobre la vía un gato blanco y negro. Arriba, en el cielo, ruge un avión comercial.
Suena una ambulancia con sabor tropical. El bar hispanoamericano con su bandera nacional tricolor confeccionada de papel junto al escudo del club de fútbol de la villa hecho de tela, ambos sobre una cristalera visible desde el exterior, ha empezado a cerrar un día entresemana. Mariposas de agua colonizan el laurel y la vía, cada vez más verde, se llena de estrellas binarias, acuáticas, de elipses enlazadas.
Con dos luces blancas encendidas sobre el tren de aterrizaje, vuela bajo, un avión. Por la tarde, tres gatos blancos recostados, contemplan cómo el gatito ocicat se oculta agazapándose sobre las hierbas afiladas, verdes, puntiagudas que crecen al lado del muro de ladrillo rojo.
Se oye ronca, rugosa una avioneta. Dos halcones cetreros surcan el cielo entre nubes bicolores grises y blancas.
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