martes, 31 de marzo de 2009
Pag.72 $ Bueyes negros
Monte negro. Nubes grises. Asfalto seco. Frescor. Prado verdinegro. Suenan vibraciones de ondas neozelandesas, de indígenas mahoríes, sobre la vía de grava. Con motores a dos tiempos, pequeños y ágiles karts recorren la vía de grava.
Vetas azules entre un mar de olas blancas, cubren el cielo. La vía de grava, es hoy, un césped segado, recuerdos de yugos, bueyes y carros. Sobre la vía de grava un gato blanco y negro.
Por la tarde, bajo un cielo gris, sentado sobre un coche rojo, observa la vía, un gato gris y blanco. En medio de la calzada, el viento voltea una pluma gris y blanca. Pasa, por encima, una ambulancia de colores rupestres.
Arriba, cargado de heno, arrastrado por bueyes de colores ocres, espera junto al caserío, un carro de ruedas sólidas. Lejos, bueyes negros castellanos obedecen, dóciles, anacrónicos, órdenes de mando e inician una marcha terrorífica, inesperada, de potentes crujidos metálicos de piedras y estrellas.
Ayer tres gatos grises y blancos, noctámbulos, asaltaron la vía urbana. Luna en cuarto creciente al Oeste. Anochece.
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