miércoles, 1 de abril de 2009
Pag. 73 $ Galerna rota
Amanece. Un gato negro ibérico se mueve por la vía. Cielo gris y blanco. Trinos monótonos. Destacan, terrario adentro, tres gatos blancos. Asoma entre el zarzal, el gatito ocicat de hociquito blanco. Se oyen motores de combustión, de inyección y cajas de cambio.
Amarillea la hierba verde sobre superficies de umbría no roturadas. Crecen y brotan hojas granate de árboles plantados por encima de las casitas de cemento. Absorben el espectro de luz solar, nubes de plaquetas grises. Gatos negros ibéricos pasean por una vía gélida, sombría, aciaga.
Por la tarde, sopla un viento fresco, de sirimiri marino, de galerna rota. Se oyen ladridos secos. Flotan a cierta altura del suelo, junto al museo judío, al borde del estuario, globos multicolor con sabores a hospitales, bautizos y geriátricos abandonados.
Espirales de aire elevan a las palomas por encima de los caseríos. Sopla aire de mar.
Atardece.
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