martes, 14 de abril de 2009
Pag. 85 $ Un paseo entre montañas
Lunes 13. Mañana soleada de primavera. Paseando un perrito, deposita una bolsa de basura en el contenedor, una señora con pantalones vaqueros y chaqueta roja, luego una obesa de negro y granate con una gran bolsa azul. Un gatito blanco pasea junto al muro de piedra recubierto de hiedra y plantas trepadoras verdes. Trina un jilguero. Se oye un avión a reacción.
Por encima de las casitas de cemento colores fucsias, granates, negros, rojizos... atraen y colorean un monte convertido en un parque de montaña. Junto a la fachada Norte del caserío alto, inclinadas al Sur por el viento, envejecen higueras con líquenes amarillos naranja. El arcén elevado es un paseo entre montañas.
Al final del arcén hay un pequeño mirador con bancos de losas de tumbas y cementerios. Sopla un aire frío. Un señor mayor asciende a pasitos cortos, dificultosamente. Subiendo por un camino de losetas enladrilladas, en un recinto vallado con postes de metal con forma de H, unidos por paredes de adoquines grises ligeros, huecos, puede verse un cementerio de coches. Al Noroeste coches amontonados unos sobre otros, al Sur almacenes hechos de láminas metálicas acanaladas junto a una vieja excavadora remolcadora amarilla, al Este un árbol y al Oeste un viejo camión grúa con cabina roja y remolque gris metálico y una grúa de obra verde con su contrapeso y puesto de vigía. Al fondo, el mar.
Por la tarde el sol caldea el monte bajo un cielo negro y azul. Las ovejas pacen en la cima, distanciadas unas de otras. El gato de hociquito blanco, elástico, sale del zarzal seguido de un gato negro bajo un sol cálido de atardecer. Los paneles del arcén reflejan figuras de atletas vascos, de jeroglíficos egipcios y minotauros.
Atardece. Una nube alargada rojiza se torna gris. Sobre la vía de grava, el gatito ocicat juega a ser un gran halcón.
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