viernes, 24 de abril de 2009
Pag. 95 $ Zelkobas
Cielo rasgado. Contornos brumosos. Frescor. Trinos. Suena el motor de un camión. A las ocho y treinta y cinco minutos sale un sol acogedor, ambiental. Los caseríos se llenan de gorjeos, trinos, cantos y silbidos.
Por la tarde el viento Sureste agita aleatorio las ramas frondosas de árboles y las cañas de bambú. Entre arbustos gráciles se mueve felina, resabiada, la gatita naranja. El resto de la colonia permanecen echados o sentados sobre una vía de grava lineal. Crecen junto al laurel árboles con forma de zelkobas caucásicas, llenos de flores blancas, de enlaces azarosos, simbióticos, terrenales.
Florecen junto a academias e institutos castaños de indias y, junto a instituciones dudosas, palmeras de palmitos amarillos. Vuela veloz, a baja altura, hacia el Sureste, una paloma gris y blanca.
Atardece.
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