martes, 14 de abril de 2009
Pag.81 $ Rosas rojas
Jueves Santo. Sol entre superficies delgadas de nubes delgadas al Sureste. Cielo azul. Un gato negro naranja, una gato blanco y negro y otro ibérico acechan y merodean por el sendero de grava. Por la vía urbana pasean dos perros de caza, como si estuvieran en campo abierto, tomando los vientos, trabajando en equipo. Vibra el aire con ondas sucesivas de trinos y gorjeos.
Bajo una luz blanca, diáfana, primaveral, vuela hacia el Oeste, una bandada de gaviotas. Sobre la calzada, acompañada de su hija, pasea una mujer con muletas. Nubes blancas ocupan el fondo azul. Se oculta el sol. Cae agua por un canal de desagüe vertical bajo un sol tibio que acaricia el monte, los prados, los huertos y los caseríos.
Desde una terraza del monte, donde se asienta un barrio entero, pueden verse gigantescos techos de hogares ancestrales con forma de pirámides perfectas. Un verdecillo atrapa insectos en el aire. Traquetea un tren al otro lado del esturario. Un halcón permanece quieto, estático, encima de la ciudad. Hoy las ovejas pacen en un prado Sureste.
Por la tarde un gato marrón y blanco introduce su cabecita dentro de un orificio de drenaje en el muro de cemento para salir bufando, incómodo, zarandeando su cabecita blanca. Desde un muro, junto a una verja, al lado de los caseríos de los ocicats, un gato gris y blanco observa, entre curioso y pensativo, el cementerio.
Masas de nubes diferenciadas cubren el cielo. Sopla un viento fresco, húmedo. Se oyen dos cohetes estallar, después un redoblar de tambores, lejanos. En el jardín de rocalla, nacieron ayer o antesdeayer, cuatro o cinco rosas rojas.
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