lunes, 27 de abril de 2009

Pag.97 $ Badajos gravitatorios

Ayer

Nubes blancas y grises al Noroeste. Nubes blancas al Sureste. Lluvia, bruma y sol. Trinan y silban pájaros. Se columpian árboles cortavientos. Vuelan altas, hacia el Noreste, tres o cuatro gaviotas. De árbol a árbol vuelan tordos y urracas. Un gato blanquinegro naranja pasea por la vía. Se mueve próximo por el canal de drenaje, un gato gris y blanco. Sobre el prado, por debajo de la central eléctrica, recostadas, yacen, dos o tres ovejas. Sopla un viento fresco de humedal de primavera. Pían al unísono una bandada de gorriones. Vibran apocalípticos choques de badajos gravitatorios contra cónicas de hierro de velocidades constantes.

Llueve y los gatitos, uno blanco, otro negro ibérico y uno marrón y blanco escalan el muro de piedra y entran a la guarida arbolada de túneles subterráneos. Azotados por el viento, oscilan, verticales, hojas y ramas, diciendo agur a la casona, a prados y a huertos. Arriba, en el cielo, traza círculos, un águila imperial.

Macizos blancos arbóreos se suceden, uno detrás de otro, raudos, hacia el Sureste. Ruge el suburbano al salir de la tierra, con un rugido estremecedor de leones nacientes, de dragones dormidos. A media tarde descansa el cielo y claros azules se abren al Noroeste. La luz se difracta, nítida y nacen bellezas de color gris y verde agua.

Anochece. La lluvia torrencial y la bruma envuelven el monte. Sobre la calzada hay personas con paraguas abiertos.

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