lunes, 16 de marzo de 2009

Pag.57 $ Cima electrostática


Frío suave. Niebla densa. Amanece.
Por encima del edificio de oficinas, con ventanas como visores estrechos de cascos de moto y superficie curva enlosada de color de papel reciclado, vaporizados, árboles, setos y prados. Arriba, en el cielo, se compactan nubes blancas.

El monte es hoy un pico nevado alto, inaccesible, de fondo azul y niebla en una cima electrostática. A las nueve y treinta minutos sale el sol. Junto al zarzal sobre la vía de grava, un gatito blanco y otro ibérico.

El muro de ladrillo rojo paralelo al muro de piedra es sustituido, al norte, por uno de hormigón de mayor grosor. Aparcado al lado, un viejo coche americano en venta. El gato blanco y negro atigrado de patas gruesas avanza, entre las hierbas altas de la vía, cauto, elástico, felino.

Por la tarde, el gatito de hociquito blanco investiga bajo los árboles frutales del huerto encima de hierbas segadas. Un gato gris y blanco frota su cabecita contra tallos endurecidos, rígidos.

Cielo azul, sin nubes. Se oye un traqueteo de piezas de madera. Sobre un fondo azul destacan los adosados de persianas blancas y muros rojos.

Escaldado por un manotazo inesperado, un gatito gris y blanco ensaya marchas marciales.

Lejos, en el valle, al final de la jornada laboral, los gatos pasean entre manchas de aceite y humos de procesos industriales.

Atardece.

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