sábado, 7 de marzo de 2009
Pag.48 $ Gremlins
Sirimiri cálido. Sirimiri frío. La chimenea del caserío alto es un tubo metálico de superficie de latón sumergido al Oeste. Filamentos de agua flotan lentos en corrientes lenticulares de aire y barren el monte de Noroeste a Sureste. El monte es hoy un velero de mástiles pétreos y velas cuánticas.
Arriba, la niebla oculta la cima y sólo deja ver la estructura metálica de una antena de radio y televisión. Un gato maulla intercalando erres guturales. Una gata naranja camina por el sendero de grava junto al muro de piedra.
Los gatos son gremlins, maestros de la imitación, artistas del camuflaje. Desde el centro de la ciudad llegan sonidos de sirenas de coches de bomberos. Un gato irascible se adentra en el zarzal, receloso, cauto. La niebla densa, fría, húmeda se adueña del monte hasta la cota de las casitas de cemento.
Dos gatos se acomodan en diagonal al muro de piedra y esperan. Un siamés les observa desde el zarzal que crece junto al muro de ladrillo rojo. Hierbas altas, crecidas, de humedales umbríos, se curvan por su propio peso y blanquean una zona de la vía como la escarcha al alba.
Al anochecer la niebla cierra el monte.
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