sábado, 28 de marzo de 2009

Pag. 69 $ Un mástil blanco


Cielo y asfalto gris acero húmedo. Un pequeño vehículo municipal con escobas giratorias barre las aceras. Sopla una brisa suave. Un viejo gato gris y blanco camina al Sureste por el sendero de grava. Suena el temblor sísmico de un coche aparcando. Arriba, por debajo de las antenas repetidoras, sobre un prado acotado, pastan juntas ocho ovejas blancas. Tres gatos blancos y negros se mueven aleatorios junto al muro de piedra.

Por la tarde, volúmenes irregulares de nubes blancas intercaladas de claros azules fluyen lentos hacia el Sureste. Las ovejas, trashumantes, pacen ahora en el prado colindante a la central eléctrica abandonada.

A orillas del estuario, cerca de un puente colgante anclado a dos pilares de piedra gris, de remaches y soldaduras, hay un mástil blanco hecho de madera, cuerdas y espacios tiempos curvos. Crecen, junto a una casa de piedra con escudo heráldico, árboles de flores blancas.

Anochece.

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