jueves, 30 de abril de 2009
Pag.101 $ Cuadros de Magritte
Trinos cálidos. Ruido de fondo. Extractores potentes. Nubes azul marino. Entonan trinos y silbidos mirlos, jilgueros y gorriones, tsu...tsu, brii....brii..., piow...piow. Sobre la cabeza de una farola atornillada a una fachada, alarga el cuello y fija sus ojos en objetos cercanos, una paloma gris y blanca. Un siamés de caserío se distrae, sentado sobre el muro de ladrillo rojo, por encima de coches verdes y azules celeste.
Desbroza la maleza un cortacésped con momento angular y teoría espacial. El sol es un círculo halógeno de luz blanca sobre un fondo de blancos azules. Suena la sirena de una fábrica. Cruza el espacio un avión a reacción. Se oye el cierre de puertas sólidas, pesadas contra sus marcos metálicos. Levanta el vuelo una paloma con una ramita en el pico. Renqueante pasea hacia el Norte, un gato gris y blanco.
Llueve y una bruma densa de agua cubre la cima del monte. Un pequeño pájaro cambia de árbol. Minutos después, una espesa niebla oculta la cima. Los gatos se sacuden el agua vibrantes. Rejuvenecido el gato que zigzaguea observa extrañado unas hierbas verdes, altas. La grava, poco a poco, se hunde en la tierra y las ramas de los árboles crecen y rememoran épocas pasadas de pip-pips gigantescos, gorilas negros de películas americanas y ciudades de cristal de cuadros de Magritte.
En la pendiente norte, destacando contra el horizonte de nubes blanquecinas hay cuatro árboles, dos perennes abajo y otros dos de hoja caduca arriba.
Atardece.
miércoles, 29 de abril de 2009
Pag.100 $ Manantiales de hierro
Niebla en la cima. Asfalto húmedo. Nubes grises. Olor a menta, a césped mojado. Encima de la zapata de la catenaria, se despereza, un gato negro naranja. Trinos. Se disipa la niebla y reverdece el mikeldi. Llueve. La atmósfera húmeda, primaveral, ionizada, agrada a los gatos que curiosean por la vía olfateando lentos, perezosos, las hierbas.
Acompañado de un niño de cinco o seis años rezagado, empujando un cochecito de bebé, pasa por la acera, un joven de tendencias obesas. Llegan fragmentos de música latina, dance. Suenan turbinas de un avión, después un eco eterno. Viento Sureste. Conquista la vía un volumen de aire cálido.
Por la tarde, bajo un cielo blanco y azul, los gatos deambulan por la vía. Junto a caminos rurales, a la umbría de árboles frondosos, fluyen manantiales de hierro contra piedras de sillería.
Atardece.
martes, 28 de abril de 2009
Pag.99 $ Ardillas rojas
Nubes grises al Sureste. Claros al Noreste. Alegres gorjeos. Monte de atmósfera húmeda. Definen el mundo, sobre el terrario, un siamés y un gato blanco y negro. Destellea el sol. Abre la puerta de un coche aparcado, vestida con ropa de operario de almacén, desgarbada, una jóven alta de pelo largo. Los gatos, precavidos, otean semiocultos entre las hierbas que crecen junto al muro de ladrillo rojo.Suena suave, prolongada, discontinua, una motosierra. Sobre un monte verde, arbolado, boscoso, brilla el sol.
Por la tarde sopla fuerte el viento Este y los gatos se acomodan sobre la grava. Giran las hojas noventa grados y muestran enveses linfáticos, verdes claros. Junto al muro de ladrillo rojo, por encima de arbustos crecidos, corretea ortogonal y salta inquieto, el gato rabón. Surcan el prado de la casona, criaturas sinusoidales. Camina arcén abajo, una estudiante de andares firmes, secos, varoniles. Empequeñecida, arriba en el monte, arrastrada por el viento, haciendo acrobacias de parapente, vuela una gaviota gris y blanca.
Al lado de caseríos viejos y merenderos de verano, por ramas horizontales de pinos, corretean, ardillas rojas. Atardece.
lunes, 27 de abril de 2009
Pag.98 $ Esferas de humo
Nubes grises oscuras de formas irregulares. Viento fresco. Asfalto húmedo. Canta y vuela por la vía, un mirlo. Poco a poco, el sol acoraza el cielo. Nubes de placas galvanizadas se desplazan al Sureste.
Trina un jilguero. Salta a la vía desde el matorral, un gato negro ibérico. A las nueve y dos minutos sale el sol, cálido, breve. Claros alargados filtran una luz neutra, sedante, de frecuencias verdes infinitas. Frena, por la carretera, un vehículo pesado. Suenan máquinas de ejes holgados. Caen escombros sobre un contenedor.
Por la tarde las nubes cierran el cielo. Serpentean expandiéndose monte arriba, esferas de humo blanco. Los gatos descansan, quietos, con las patas traseras y delanteras flexionadas, sentados sobre el sendero de grava gris y césped verde.
Atardece.
Pag.97 $ Badajos gravitatorios
Ayer
Nubes blancas y grises al Noroeste. Nubes blancas al Sureste. Lluvia, bruma y sol. Trinan y silban pájaros. Se columpian árboles cortavientos. Vuelan altas, hacia el Noreste, tres o cuatro gaviotas. De árbol a árbol vuelan tordos y urracas. Un gato blanquinegro naranja pasea por la vía. Se mueve próximo por el canal de drenaje, un gato gris y blanco. Sobre el prado, por debajo de la central eléctrica, recostadas, yacen, dos o tres ovejas. Sopla un viento fresco de humedal de primavera. Pían al unísono una bandada de gorriones. Vibran apocalípticos choques de badajos gravitatorios contra cónicas de hierro de velocidades constantes.
Llueve y los gatitos, uno blanco, otro negro ibérico y uno marrón y blanco escalan el muro de piedra y entran a la guarida arbolada de túneles subterráneos. Azotados por el viento, oscilan, verticales, hojas y ramas, diciendo agur a la casona, a prados y a huertos. Arriba, en el cielo, traza círculos, un águila imperial.
Macizos blancos arbóreos se suceden, uno detrás de otro, raudos, hacia el Sureste. Ruge el suburbano al salir de la tierra, con un rugido estremecedor de leones nacientes, de dragones dormidos. A media tarde descansa el cielo y claros azules se abren al Noroeste. La luz se difracta, nítida y nacen bellezas de color gris y verde agua.
Anochece. La lluvia torrencial y la bruma envuelven el monte. Sobre la calzada hay personas con paraguas abiertos.
Nubes blancas y grises al Noroeste. Nubes blancas al Sureste. Lluvia, bruma y sol. Trinan y silban pájaros. Se columpian árboles cortavientos. Vuelan altas, hacia el Noreste, tres o cuatro gaviotas. De árbol a árbol vuelan tordos y urracas. Un gato blanquinegro naranja pasea por la vía. Se mueve próximo por el canal de drenaje, un gato gris y blanco. Sobre el prado, por debajo de la central eléctrica, recostadas, yacen, dos o tres ovejas. Sopla un viento fresco de humedal de primavera. Pían al unísono una bandada de gorriones. Vibran apocalípticos choques de badajos gravitatorios contra cónicas de hierro de velocidades constantes.
Llueve y los gatitos, uno blanco, otro negro ibérico y uno marrón y blanco escalan el muro de piedra y entran a la guarida arbolada de túneles subterráneos. Azotados por el viento, oscilan, verticales, hojas y ramas, diciendo agur a la casona, a prados y a huertos. Arriba, en el cielo, traza círculos, un águila imperial.
Macizos blancos arbóreos se suceden, uno detrás de otro, raudos, hacia el Sureste. Ruge el suburbano al salir de la tierra, con un rugido estremecedor de leones nacientes, de dragones dormidos. A media tarde descansa el cielo y claros azules se abren al Noroeste. La luz se difracta, nítida y nacen bellezas de color gris y verde agua.
Anochece. La lluvia torrencial y la bruma envuelven el monte. Sobre la calzada hay personas con paraguas abiertos.
sábado, 25 de abril de 2009
Pag.96 $ Ondas rotas
Cielo plomizo, gris y blanco. Un gato ibérico salta desde el monolito al interior del matorral. Llovizna. Aparcados junto a la acera, uno al lado de otro, una moto japonesa y un todoterreno coreano, negros. Suenan simultáneas las sirenas de un coche de bomberos y una ambulancia. Llegan ecos cortos de vibraciones y ondas rotas.
Traquetea subterráneo el suburbano de la ciudad. Pían gorriones desde el laurel sur. La gatita naranja atusa rítmicamente su pelaje. Un gato negro y blanco y uno gris naranja otean inmóviles, cómodos, la vía.
Por la tarde la lluvia enfría el aire y amarillean prados y montes. Suenan detonaciones artilleras y nubes grises y negras, explosivas, visten el cielo sureste. Arriba, por encima de las casitas de cemento, se desvanecen los rosas cálidos de cerezos y almendros.
Atardece.
viernes, 24 de abril de 2009
Pag. 95 $ Zelkobas
Cielo rasgado. Contornos brumosos. Frescor. Trinos. Suena el motor de un camión. A las ocho y treinta y cinco minutos sale un sol acogedor, ambiental. Los caseríos se llenan de gorjeos, trinos, cantos y silbidos.
Por la tarde el viento Sureste agita aleatorio las ramas frondosas de árboles y las cañas de bambú. Entre arbustos gráciles se mueve felina, resabiada, la gatita naranja. El resto de la colonia permanecen echados o sentados sobre una vía de grava lineal. Crecen junto al laurel árboles con forma de zelkobas caucásicas, llenos de flores blancas, de enlaces azarosos, simbióticos, terrenales.
Florecen junto a academias e institutos castaños de indias y, junto a instituciones dudosas, palmeras de palmitos amarillos. Vuela veloz, a baja altura, hacia el Sureste, una paloma gris y blanca.
Atardece.
jueves, 23 de abril de 2009
Pag.94 $ Vías lácteas
Frescor. Cielo blanquiazul. Trinos, cantos y reclamos. Sale el sol y la bruma absorbe su luz escasa ennegreciendo laderas y terrazas Oeste. Trina un jilguero. Se acicala un gato negro naranja. Por la calzada hace jogging una figura delgada, de político entrado en años. Un gato gris y blanco avanza hasta la zapata, se detiene y reanuda su camino hacia el Sureste, después gira ciento ochenta grados y vuelve sobre sus pasos.
El sol de la mañana de primavera acota el prado grande de la cima. Los coches aparcados dibujan rectas paralelas discontinuas, de espacios vacíos, de vías lácteas ancestrales.
Por la tarde, risas de jovencitas quiebran un silencio de calor frío. Por encima de los adosados, sin ovejas alrededor, pace una cabra negra. Descienden por la carretera, hacia la ciudad, autobuses rojos de horarios perfectos. Un gato negro naranja sacude su cabecita como estornudando, otro blanco encaramado al monolito se rasca una oreja con una de sus patitas traseras.
Una superficie blanca de nubes altas cubre el cielo. Atardece.
miércoles, 22 de abril de 2009
Pag.93 $ Romanticismo
Nubes blancas. Bruma. Frescor cálido. Trinos. Llega el olor a humo de una fogata furtiva. Entre nubes agrietadas sale el sol.
Es época de felino romanticismo, de acoso y evasión, de jerarquías sexuales. Se adentra en la hierba, un gato blanco y negro. Sobre un lecho de grava gris, se relame un gato negro naranja. El gatito siamés y el gatito rayón se entrecruzan junto al muro de piedra.
Canteras y explotaciones madereras desnudan montes al Oeste. Maúlla un gato encolerizado por cuestiones de política territorial. Vuelan rasantes palomas después de posarse sobre codos de tubos de desagüe encima de locales de oficinas.
Se oyen maullidos de lucha. El sol Oeste baña el monte y oscurece la vía. Atardece.
martes, 21 de abril de 2009
Pag.92 $ Un mikeldi
Cielo gris y blanco. Trinos. Frescor. Bruma. Monte verdinegro. Ruge un gato en el matorral. Las flores de los cerezos y almendros esculpen mikeldis sin disco, estelas de piedra y hogueras verdes y negras. Los pájaros trinan sonatas, conciertos de violín y trocitos de partituras llenas de corcheas.
Suena a tambor metálico, repetitivo, secuencial, monótono, un compresor. Fluyen coches espaciados por la calzada. Arriba, en los huertos, los tambores son sacos de semillas sobre bidones cerrados de agua donde los pequeños ocicats dormitan inmóviles.
Por la tarde, bajo un sol cálido, setos de nubes blancas, irregulares y claros blanquiazules, emigran hacia el Sureste. Sobre el estuario, vuelan altos los cormoranes y en verano, en el parque de la ciudad, próximos a su albergue de tierra y agua, vuelan a ras del suelo, decenas de metros, pavos reales de colas inmensas.
Un gatito marrón y blanco pasea hacia el Sur. Viento de mar. Atardece.
lunes, 20 de abril de 2009
Pag.91 $ Un mapuche
Nubes grisáceas. Pían gorriones. Frescor de primavera. Sobre la vía un gato negro naranja. Sobre la vía urbana, hay coches aparcados en doble fila al lado de locales de oficinas de grandes ventanales con barrotes de hierro antirrobo. Sale el sol entre nubes de aleaciones de aluminio. Los gatos imperceptiblemente mudan de pelaje a tonos grises, naranjas, más claros.
Un gatito negro ibérico pasea junto al muro de cemento, alzando su cabecita hacia el zarzal. Silba un mirlo. Acelera un camión de transporte urgente. Un mapuche de la Tierra del Fuego rema en su canoa. Luz de bruma, blanca. Macizos de flores amarillas cubren buena parte de la falda noroeste del monte. Viento Sureste.
Atardece.
Pag.90 $ Xarm
Cielo de nubes blancas arbóreas. Asfalto húmedo. Sol ténue. Luz blanca. Sobre la vía un siamés, un gato gris y blanco y otro negro. Viento Sureste. Desde las casitas de la urbanización el politúnel, la casona y la higuera parecen más grandes. Sobre los paneles del arcén hay grandes palabras escritas como holor, bleak y xarm.
Pasea un perro blanco, una joven vestida del mismo color, junto a las casitas de la urbanización. Una ave rapaz acosa a dos palomas por encima de los tejados de la ciudad. Junto a la fachada Norte de un adosado han levantado un andamio.
Un gorrión con un trocito de pan en el pico vuela sobre un canalón de agua de la casona. Sobre el tejado del caserío reformado, bajo una placa metálica por donde salen los tubos de la chimenea, anida una pareja de gorriones.
Por la tarde un viento envolvente zarandéa las ramas de los árboles de la vía. Un gato marrón y blanco recostado sobre la zapata de la catenaria, relame una de sus patitas. El terrario es hoy una cueva negra, angosta, sin estrellas. Las ovejas pacen por debajo de la pequeña antena de los sesenta. Pasea junto al muro de piedra, un gato gris y blanco. Un siamés dormita al lado del muro de ladrillo rojo, otro ibérico observa sentado al Sur. Brilla por el sol Noroeste la ventana de cristal de la casita de arena.
Atardecer fresco. Suena nocturno, un avión intercontinental.
sábado, 18 de abril de 2009
Pag. 90 $ Tormenta de primavera
Sol vespertino de luz blanca. Sobre la vía, olfatea algo, un gato pardo. Delgadas capas de nubes blancas y cúmulos de algodón pueblan el cielo. Entre los muros de piedra, ennegrecen las hojas norte del laurel. La ciudad refleja espirales de luz ortogonales. Una niña de tres o cuatro años, con gorra y jersey rosa, acompañada de su papá, salta alegre, de escalón en escalón. Al lado del laurel florecen árboles de flores blancas, con forma de paraguas, umbelíferas, zerkóbicas.
Por la tarde, nubes grises y negras cierran el cielo y emsombrecen la vía. Llueven nubes de cargas eléctricas polarizadas. Suena un trueno sísmico, grave, después réplicas espaciadas de fuegos artificiales. Se difuminan relámpagos, se aproxima la tormenta. Se oyen ladridos intercalados de fogonazos de luces de choques brutales de cargas eléctricas.
Las casitas de la urbanización absorben una luz de prisma blanca. Truenos in crescendo, masas de nubes crecientes. Caen gotas veloces y los truenos sísmicos se propagan por mar, tierra y aire. Brillan las fachadas blancas de los caseríos. Desde la carretera llegan rozaduras de neumáticos contra el asfalto húmedo. Un gato blanco y negro trepa de un salto el acceso al muro de piedra. Nueva luz, nuevo trueno, éste sin escalones, continuo. Flota el agua sobre el monte. Descarga de luz, agua y audio. Amplitudes y volúmenes crecientes. Nubes de látigos de acero. La tormenta se hace eterna. Retiemblan las casas, el monte y los caseríos.
Por fin, se alejan las cargas y sólo queda una densa lluvia de primavera. Bajo un soportal de un edificio, una chica vestida de oscuro, espera a que amaine.
Atardece.
viernes, 17 de abril de 2009
Pag.89 $ Engranajes perfectos
Mañana fresca. Cielo azul. En la cima del monte, sobre el recinto de la antena de televisión de los años sesenta, brillan tres focos de luz. Trinos. Se mueve por la vía, un gato gris y blanco. Por encima de la calzada vuelan dos o tres palomas. Los paneles del arcén trazan una línea divisoria de pantallas de papel granulado, de cajas negras fotográficas, de aulas vacías de niños inquietos.
Se balancéa un trailer. Se oye una sucesión de martillazos metálicos. Por un trecho de la vía, junto al muro de ladrillo rojo, pasea marcialmente un gato blanco y negro atigrado. Por encima de los adosados, de sombras de copas arboladas negras, sale el sol. Trinan jilgueros. Trina desde su jaula en un balcón próximo un fancy escocés* gris amarillento.
Junto al muro de piedra, al Sur de la vía, ha llegado, nadie sabe cómo, un paragüero de metal, con la cabeza de un caballo negro pintada sobre él. Hacia el Norte, sumergido en un canal de desagüe, reluce un Compact Disk de aplicaciones informáticas Shareware.
Llegan y se alejan ruidos de silbatos, instrumentos de percusión y gritos de protesta. Variación de presión cero. Permanecen sobre la vía, el gatito ocicat, un gato blanco y dos negros ibéricos. Las nubes, arriba en el cielo, dibujan engranajes perfectos de relojes antiguos.
Atardece.
* fancy escocés=raza de canario
jueves, 16 de abril de 2009
Pag.88 $ Bernoulli
Masas de nubes grises al Sureste. Largas y delgadas al Norte. Llegan olores frescos primaverales de hierba verde, de prados, de polen. Sobre el terrario un gatito blanco caza insectos o sagutxus* imaginarios. El gatito ocicat le observa curioso desde la vía de grava. Revolotean por la vía dos carboneros. Brilla una nube al Este.
A las nueve y veinte minutos sale el sol. Un gato blanco y negro atigrado descansa junto a la zapata de la catenaria. Trinan, silban y gorjean pájaros. Se oye cerrarse la puerta corredera de una furgoneta de carga y descarga.
Junto a la vía abandonada, al Norte, sobre superficies de pendientes suaves, de tierra fértil, se alzan caseríos altos, pintados de blanco y reparados casi todos, sin pintar, negruzcos y descuidados, alguno que otro. Pasea por la vía hacia el Sur, un gato blanco y negro.
Por la tarde, la cima del monte desborda colores dorados, verdes agua. Los gatos agrupados sobre la vía, se acicalan, pasean o contemplan el devenir del tiempo. Disminuyendo su velocidad, aplicando Bernoulli, replegando sus alas, vuelan al Sur, contra el viento Norte, dos palomas grises y blancas. Ilumina la vía un sol Suroeste. La gatita naranja maúlla a una paloma gris y blanca que alisa sus alas con su pico, sobre la zapata de la catenaria.
Blanquean las nubes. Se abren claros azules. La urbanización de adosados sueña con laderas, terrazas y sierras castellanas. Atardece.
* sagutxu=ratoncito
miércoles, 15 de abril de 2009
Pag. 87 $ Flecha paleolítica
Amanece. Cielo gris claroscuro. Trinos. Contrastes verdes. Claros azules al Sureste y Noroeste. Dormita, oculto entre las hierbas, un siamés. Deslumbra, el sol de la mañana. Una nube gris y blanca con forma de flecha paleolítica brilla y oculta el sol.
Suena un tsu,tsu...tsu de ramitas rotas, resquebrajadas. Se oye el chirrido de una cortadora de metal. Viento Noreste. Un gato blanco indaga debajo de un peral. Otro toma el sol en el centro del prado.
Por la tarde chispea el cielo gris y blanco. Curva el monte, una luz blanca de arco iris. Al Norte del caserío alto reformado se alzan otros dos caseríos de fachadas blancas, uno de ellos abalconado al Oeste y entrada al Sur. A la derecha de la puerta de acceso de uno de ellos, debajo de un tejado hecho de restos de una escalera al segundo piso, hay troncos apilados para hacer fuego.
Atardece.
Pag.86 $ Un arce chino
Ayer
Niebla en la cima Norte. Asfalto húmedo. Abre zanjas en una ladera del monte, una excavadora. Suena una bomba de extracción. Simultáneamente al encendido del motor de un coche, salta la sirena de una ambulancia. Suma de amplitudes. Máximo laboral. Después, silencio, quietud, trinos.
Cuatro gatos, dos negros naranja, uno blanco y un siámés se acicalan sobre la vía de grava. Rebotan chispas de soldaduras. El reloj del Ayuntamiento martillea once campanadas, rancias, adustas, graves.
Llueve a intervalos. El prado junto a la casona grande añora el rebaño de ovejas, el burro que subía la cuesta y los cántaros de leche junto al camino. Entre la casita beis y la casita granate crece un arce chino, rojo granate, negro púrpura.
Atardece.
Niebla en la cima Norte. Asfalto húmedo. Abre zanjas en una ladera del monte, una excavadora. Suena una bomba de extracción. Simultáneamente al encendido del motor de un coche, salta la sirena de una ambulancia. Suma de amplitudes. Máximo laboral. Después, silencio, quietud, trinos.
Cuatro gatos, dos negros naranja, uno blanco y un siámés se acicalan sobre la vía de grava. Rebotan chispas de soldaduras. El reloj del Ayuntamiento martillea once campanadas, rancias, adustas, graves.
Llueve a intervalos. El prado junto a la casona grande añora el rebaño de ovejas, el burro que subía la cuesta y los cántaros de leche junto al camino. Entre la casita beis y la casita granate crece un arce chino, rojo granate, negro púrpura.
Atardece.
martes, 14 de abril de 2009
Pag. 85 $ Un paseo entre montañas
Lunes 13. Mañana soleada de primavera. Paseando un perrito, deposita una bolsa de basura en el contenedor, una señora con pantalones vaqueros y chaqueta roja, luego una obesa de negro y granate con una gran bolsa azul. Un gatito blanco pasea junto al muro de piedra recubierto de hiedra y plantas trepadoras verdes. Trina un jilguero. Se oye un avión a reacción.
Por encima de las casitas de cemento colores fucsias, granates, negros, rojizos... atraen y colorean un monte convertido en un parque de montaña. Junto a la fachada Norte del caserío alto, inclinadas al Sur por el viento, envejecen higueras con líquenes amarillos naranja. El arcén elevado es un paseo entre montañas.
Al final del arcén hay un pequeño mirador con bancos de losas de tumbas y cementerios. Sopla un aire frío. Un señor mayor asciende a pasitos cortos, dificultosamente. Subiendo por un camino de losetas enladrilladas, en un recinto vallado con postes de metal con forma de H, unidos por paredes de adoquines grises ligeros, huecos, puede verse un cementerio de coches. Al Noroeste coches amontonados unos sobre otros, al Sur almacenes hechos de láminas metálicas acanaladas junto a una vieja excavadora remolcadora amarilla, al Este un árbol y al Oeste un viejo camión grúa con cabina roja y remolque gris metálico y una grúa de obra verde con su contrapeso y puesto de vigía. Al fondo, el mar.
Por la tarde el sol caldea el monte bajo un cielo negro y azul. Las ovejas pacen en la cima, distanciadas unas de otras. El gato de hociquito blanco, elástico, sale del zarzal seguido de un gato negro bajo un sol cálido de atardecer. Los paneles del arcén reflejan figuras de atletas vascos, de jeroglíficos egipcios y minotauros.
Atardece. Una nube alargada rojiza se torna gris. Sobre la vía de grava, el gatito ocicat juega a ser un gran halcón.
Pag. 84 $ Un husky
Domingo. Cielo de acero gris y blanco. Brisa fresca. Trinos. Asfalto húmedo. El gatito ocicat cruza la calzada. Surge por el muro de piedra un gato negro naranja. Trina una bandada de jilgueros. Se filtran rayos solares entre nubes y una frecuencia verde invade el monte y la vía de grava. Toma el sol, sobre el capó de un Hyundai, un siamés.
Suena un coche al ralentí, después, una puerta. Se oyen campanas unidas a rodamientos sobre la acera. Ocho o nueve gatos esperan la incursión de un husky gris y blanco sobre la vía, erguidos, expectantes. Cambia la fuerza del viento y el husky abandona el intento. Un gato gris y blanco dormita sobre un coche blanco.
Por la tarde cortinas de agua derivan con el viento. Amaina la tormenta y el gatito gris y blanco, rayón, alza su cola por encima de un gatito blanco, cabeceando amistoso, sociable. Ruge un avión. Estalla un cohete. Flirtea un palomo. En los huertos crecen lentas las hojas de las higueras.
Cae la tarde. Flotan arriba, en el cielo, grandes nubes blancas. Se oye la sirena antirobo de un vehículo. Pasean por la acera niños charlando. Desde el Oeste, iluminan un área alargada del monte, cercana a la cima, ténues rayos solares.
A diferente altitud flotan nubes blancas y nubes negras. Atardecer frío.
Pag. 83 $ Un lobo ancestral
Sábado. Mañana fresca. Un siamés dormita junto al muro de ladrillo rojo. Llueve. Nubes blancas al Noroeste. Grises al Sureste. Por encima de nubes blancas, viajeras, veloces hacia el Sureste, entre trinos y gatos estáticos sobre la vía, sale el sol. Oscurece el monte una nube blanca.
Se abre la puerta de un coche y un gatito oculto yergue su cabecita por encima de las hierbas altas, verdes. El viento arrastra sonidos del Noroeste. Aúlla un lobo ancestral. Se cubre el cielo de gris y vuelve a caer agua de primavera sobre el monte. Después de saciar la sed, camina marcialmente, un siamés de caserío. Pasa la tormenta y brilla de nuevo el sol.
Por la tarde vuelve la lluvia con intervalos de sol. Brillan los paneles del arcén por el sol Suroeste y en su interior pueden verse reflejos de troncos de árboles tridimensionales llenos de estrellas y figuras con brazos levantados, triunfantes.
El alumbrado de la carretera ilumina débilmente las fachadas Sur de los caseríos altos. Arrecia la lluvia. Anochece.
Pag. 82 $ Un paraguas amarillo
Viernes Santo. Cielo gris. Humedad fresca. Llueve. Se funden copas blancas, arriba en el monte. Suena, desde la carretera, el efecto anti aqua-splash. Un gato camina junto al muro de ladrillo de piedra empapado, inmerso en sí mismo. Ruge extraño un avión. Llega el sonido de choques elásticos del agua contra las hojas. Bajo la lluvia, junto a un pórtico metálico de la central eléctrica pace una oveja .
En el extremo derecha del muro que separa la calzada de la vía de grava, el ladrillo rojo ha sido sustituido por adoquines grises, más baratos menos sólidos. Huecos vacíos y coches nuevos, con los permisos en regla, llenan las zonas del aparcamiento. Vuela una paloma por encima de la vía hasta posarse en un saliente del muro de piedra. Bajo la lluvia, permanecen quietos, tres gatos.
Por el camino de los caseríos baja una señora con un paraguas amarillo abierto. Por la tarde, persiste débil, la lluvia. Hace menos de un año repararon el tejado de la casita de arena, removiendo viejas tejas y colocándolas nuevas. El tejado de pequeña inclinación con respecto a la horizontal, desaloja agua a menor velocidad que los tejados de los caseríos. Un gato gris y blanco, sentado sobre el muro de ladrillo rojo, salta y se oculta tras unas hierbas altas, con movimientos rápidos, robóticos, de cabeza y orejas.
Crece la hierba, hoy húmeda y las hojas y la intensidad de luz diagonalizan un abanico de tonalidades verdes. Cae la tarde. Cae la noche. Frío. Lluvia.
Pag.81 $ Rosas rojas
Jueves Santo. Sol entre superficies delgadas de nubes delgadas al Sureste. Cielo azul. Un gato negro naranja, una gato blanco y negro y otro ibérico acechan y merodean por el sendero de grava. Por la vía urbana pasean dos perros de caza, como si estuvieran en campo abierto, tomando los vientos, trabajando en equipo. Vibra el aire con ondas sucesivas de trinos y gorjeos.
Bajo una luz blanca, diáfana, primaveral, vuela hacia el Oeste, una bandada de gaviotas. Sobre la calzada, acompañada de su hija, pasea una mujer con muletas. Nubes blancas ocupan el fondo azul. Se oculta el sol. Cae agua por un canal de desagüe vertical bajo un sol tibio que acaricia el monte, los prados, los huertos y los caseríos.
Desde una terraza del monte, donde se asienta un barrio entero, pueden verse gigantescos techos de hogares ancestrales con forma de pirámides perfectas. Un verdecillo atrapa insectos en el aire. Traquetea un tren al otro lado del esturario. Un halcón permanece quieto, estático, encima de la ciudad. Hoy las ovejas pacen en un prado Sureste.
Por la tarde un gato marrón y blanco introduce su cabecita dentro de un orificio de drenaje en el muro de cemento para salir bufando, incómodo, zarandeando su cabecita blanca. Desde un muro, junto a una verja, al lado de los caseríos de los ocicats, un gato gris y blanco observa, entre curioso y pensativo, el cementerio.
Masas de nubes diferenciadas cubren el cielo. Sopla un viento fresco, húmedo. Se oyen dos cohetes estallar, después un redoblar de tambores, lejanos. En el jardín de rocalla, nacieron ayer o antesdeayer, cuatro o cinco rosas rojas.
miércoles, 8 de abril de 2009
Pag.80 $ Porterías de rugby
Viento fresco. Nubes blancas al Este, grises al Sureste. Un gato ibérico negro se relame y dos blancos y negros caminan en direcciones opuestas. Los gatos se apartan del sendero de grava cuando olfatean caracteres irascibles. El sol difuso ilumina radianes de nubes.
Entre muros, se llenan de hojas verdes de coral, al lado de laureles negros, árboles caducos. Trinan pájaros en los huertos. Un árbol de coral exhibe en la copa más ramificada un nido vacío. Camina por la acequia un gato negro naranja. Entre el zarzal anida un jilguero de Castilla adaptado al medio.
Un gato gris y blanco trepa ágil sobre un Ford gris oscuro. Arcos de nubes blancas serigrafían el cielo. Chocan contra el asfalto bidones de cerveza. Se oye el desenrrollar de persianas de lamas plastificadas. Las ovejas, pacen hoy, en el prado verde por debajo de la central eléctrica abandonada que conserva estructuras metálicas de porterías de rugby, casi intactas. Entre ambas porterías, a modo de terraza se extiende un volumen sólido rectangular de color gris.
Anochece. Luna llena.
martes, 7 de abril de 2009
Pag. 79 $ Onda Mach
Amanece. Cielo gris y nubes negras. Pían gorriones, ahora próximos, luego lejanos. Asfalto y grava húmedos. Sobre el césped de la vía descansan cómodos tres gatos. Suena supersónico un avión. Se oye la sirena de una ambulancia. Dejan de oirse rozaduras de neumáticos. Enmudece la carretera. Se hace el silencio.
Por la tarde, huidizas, corren por el monte copas arbóreas de nubes blancas y grises. Palomas grises deshacen formaciones de ataque de gatitos ya crecidos junto al muro de piedra. Suena una onda Mach, hueca, grave.
Enroscada sobre sí misma, la gata naranja dormita al sol sobre una rama del laurel, encima del muro de piedra, al Sur de la vía.
Atardece.
lunes, 6 de abril de 2009
Pag. 78 $ Nudos lógicos
Amanece. Cielo ligeramente rojizo al Sureste. Los gorriones concentrados pían en el laurel. Suena una ambulancia. Pasa un camión municipal. Un gato negro naranja se relame sobre la vía. Se transforman en violetas y morados, los granates y blancos, arriba, por encima de las casitas de cemento.
Los paneles separadores del arcén son una sucesión de escalones verticales imposibles, de puertas grises y blancas, entreabiertas, de accesos kafkianos. Camina por la acera una joven con bufanda marrón y verde. Un gato blanco y negro camina soberbio, altivo por la vía de grava.
Barras de nubes grises ocultan un sol discreto. Ladran perros a diferentes frecuencias. Un gato gris, marrón y blanco, uno ibérico y uno blanco observan cómo un mensajero motorizado, oculto tras un casco gris oscuro, fuma un cigarrillo .
Por la tarde, salinas eólicas invaden la vía urbana. Empujadas por el viento, gañan gaviotas. Sirimiri de sal. Sobre el techo verde de un Ford, un gato gris y blanco resuelve dudas internas. Llueve débilmente. En los huertos de los ocicats, los bidones rebosan, medio llenos, nudos lógicos de dinámica de fluidos.
Atardece.
Pag.77 $ Manto áccido
Ayer
Atmósfera de frescor tibio. Cielo gris. Un gato negro naranja camina por la vía de grava. Suena una perforadora de estratos geológicos que ahoga el redoblar de las campanas de la villa. Por carreteras de montaña, circulan motoristas con mochilas sobre motos negras trucadas.
Sobreviven, al borde de la carretera, viejos postes de madera con tomas de tierra. El limonero aligera el peso de sus ramas sobre un manto áccido de cinco ph. Nubes alargadas grises oscuras se extienden por el cielo Norte.
En los caseríos de los ocicats crecen dentro de recintos vallados orientados al Norte, laureles frondosos al lado de flores blancas clericales. Por la tarde, bajo un cielo de acero, el gatito ocicat de hociquito blanco se sienta alejado unos metros de la colonia, en medio del sendero, como un perrito pastor cuidando un rebaño de ovejas.
Se encienden por un error burocrático las luces públicas. Aparcado junto a la vieja casona, inicia la marcha atrás un automóvil.
Atardece un arcén vacío. Anochece una vía sin gatos.
Atmósfera de frescor tibio. Cielo gris. Un gato negro naranja camina por la vía de grava. Suena una perforadora de estratos geológicos que ahoga el redoblar de las campanas de la villa. Por carreteras de montaña, circulan motoristas con mochilas sobre motos negras trucadas.
Sobreviven, al borde de la carretera, viejos postes de madera con tomas de tierra. El limonero aligera el peso de sus ramas sobre un manto áccido de cinco ph. Nubes alargadas grises oscuras se extienden por el cielo Norte.
En los caseríos de los ocicats crecen dentro de recintos vallados orientados al Norte, laureles frondosos al lado de flores blancas clericales. Por la tarde, bajo un cielo de acero, el gatito ocicat de hociquito blanco se sienta alejado unos metros de la colonia, en medio del sendero, como un perrito pastor cuidando un rebaño de ovejas.
Se encienden por un error burocrático las luces públicas. Aparcado junto a la vieja casona, inicia la marcha atrás un automóvil.
Atardece un arcén vacío. Anochece una vía sin gatos.
sábado, 4 de abril de 2009
Pag.76 $ Puntos de mortero
Nubes altas blancas. Reluce inconstante una esfera solar. Trinos y gorjeos alegres. Verdean las hojas de los árboles frutales. Seis gatos dormitan a la derecha de la vía. Quietud y silencio interrumpido por vibraciones viejas de coches seminuevos. A las doce horas llovizna. Un gatito blanco busca cobijo bajo los árboles del terrario.
La lluvia primaveral humedece poco a poco la gravilla dejando trazos de trigales segados, de céspedes invernales, de verdes claros. Un gato gris y blanco camina hacia el Sur junto al muro de piedra. Poco después, en dirección contraria, camina, uno negro. Ronronea brusco el motor de un coche.
Por la tarde, un cielo blanco grisáceo cubre el cielo. Se oyen puertas cerrarse, herméticas unas, destartaladas otras. Maúlla débil, un gato. Por la autopista, navega a velocidad de crucero, un deportivo. Sobre la vía de grava, permanecen quietas, una paloma negra y una gris y blanca.
Al lado de la vía, se extiende una plaza ajardinada, de losetas rosadas adheridas a bases de ladrillos con cuatro puntos de mortero. Atardece.
viernes, 3 de abril de 2009
Pag. 75 $ Horizonte de sucesos
Amanece. Tsu...tsu...tsu. Neblina sobre el monte negro. Arriba, nubes altas estratosféricas. Frío helado. Escarcha. Salen y llegan automóviles de otras realidades, de otros horizontes de sucesos. Un gato blanco observa inmóvil la vía desde el monolito de hormigón. Otro gato blanco con cola gris y negra camina junto al muro de ladrillo rojo, se detiene y sacude su cabecita a ambos lados como si le molestara o desaprobara algo.
A las nueve sale el sol. Trina un jilguero. Transparencias autoadhesivas de rapaces negras adornan los paneles de separación entre la carretera y el arcén. Cuatro corazones azules con bordes negros pintados sobre cuatro paneles consecutivos expresan dureza americana...tristeza anglosajona. Suena entrecortada la sirena de una ambulancia.
Suenan sobre la vía ritmos musicales de platillos óseos, metálicos. Atardece.
jueves, 2 de abril de 2009
Pag. 74 $ Pórticos metálicos
Amanece. Neblina semitransparente. Nubes blancas y grises derivan hacia el Sureste. Ennegrecen las tejas de arcilla cóncavas, acanaladas, de los caseríos. Hoy, sociables, alborotadores, los gorriones pían temprano en el laurel. Se oye un claxon. Un gato negro ibérico, estático, dormita junto al muro de ladrillo rojo. Silenciosos, cómicos, corretean por la vía de grava, una pareja de estorninos.
Una pequeña circunferencia solar blanca alumbra débil al Sureste. No lejos, en los montes, al Oeste, los edificios de oficinas se transforman en empresas distribuidoras de leche y refrescos amargos. Abajo, en el valle, entre muelles portuarios, se alzan galleteras, fundiciones, talleres y empresas de equipos eléctricos y pórticos metálicos.
Ocupan la vía, quietos, siete gatos y un gato gris y blanco en movimiento. Trina un jilguero. Aúlla dolorido, irracional un perrito de un edificio colindante imitando a gaviotas marinas de frecuencias casi exactas.
Por la tarde, sobre la vía de grava, recostados, los gatos se relamen concienzudamente. Desde el zarzal Este, salta a la vía, recien llegado, un gato blanco y negro dálmata con cola de mapache que retrocede hasta la zapata Sur de la vía, al ser rodeado por una colonia de gatos autóctona, inquisidora.
Cruza la calzada de dirección única, una procesión de coches. Un gato gris y blanco sestea encima de un coche rojo aparcado, con un cojín voluminoso sobre el asiento del piloto. Minutos más tarde, se yergue, desentumece la musculatura y se oculta tras el zarzal.
Atardece.
miércoles, 1 de abril de 2009
Pag. 73 $ Galerna rota
Amanece. Un gato negro ibérico se mueve por la vía. Cielo gris y blanco. Trinos monótonos. Destacan, terrario adentro, tres gatos blancos. Asoma entre el zarzal, el gatito ocicat de hociquito blanco. Se oyen motores de combustión, de inyección y cajas de cambio.
Amarillea la hierba verde sobre superficies de umbría no roturadas. Crecen y brotan hojas granate de árboles plantados por encima de las casitas de cemento. Absorben el espectro de luz solar, nubes de plaquetas grises. Gatos negros ibéricos pasean por una vía gélida, sombría, aciaga.
Por la tarde, sopla un viento fresco, de sirimiri marino, de galerna rota. Se oyen ladridos secos. Flotan a cierta altura del suelo, junto al museo judío, al borde del estuario, globos multicolor con sabores a hospitales, bautizos y geriátricos abandonados.
Espirales de aire elevan a las palomas por encima de los caseríos. Sopla aire de mar.
Atardece.
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